soñando con
Emma Eckestein,
un verano
caliente rodeado
de un
frondoso bosque
y su
numerosa familia.
De allí divisa el
Danubio
y la ciudad imperial,
acosado por
sentimientos de culpa,
una mala
praxis compartida
con su amigo Wilhem Fliess,
que llevó a
la muerte
a su emblemática paciente,
la psicoanalista
Eckestein.
Es la noche
del 23 de julio de 1895,
Freud parecía
haber dado
la primera
vuelta a la esquina
de su vida y fascinante historia.
El mismo Freud concluyó,
que esa
mágica noche
el destino
y la gracia de Emma,
quien le
inspiraba más allá
de sus deslumbrantes investigaciones,
le habían revelado el misterio de los sueños.
El sueño le
trajo, nada menos,
que las ovejas del futuro psicoanálisis.
Rolando Gabrielli 2021
2 comentarios:
Lo que sè es que los pies siguen andando y las palabras insisten como las preguntas, como aquellos rìos que van a dar a la mar....
Hola hola!!! que grandioso poema!!! los casos freudianos paradigmàticos, de aquellos tiempos victorianos donde Freudse animò a escuchar a la "mujer" no en su generalidad sino en su particularidad.
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