jueves, agosto 26, 2021

Estabas sola en una isla

con tu belleza inconfundible,

retando el atardecer frente al mar,

lejos del alcance del sol

y de  las suaves mareas del Pacífico.

Absolutamente de blanco,

un color que retrata tu invisible imagen,

que se multiplica con el tiempo.

No era un sueño irreal,

sino un deseo cumplido.

El día inevitablemente se oscurecería,

como suele ocurrir con el tiempo humano,

al correr  solitario de las horas,

la lenta caída de la oscura oscuridad,

sin nada notable  más  que la paz de las aguas.

Siento que debí estar ahí esa noche.

Rolando Gabrielli 2021

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