Es desafiante y hasta entretenido escribir en un lugar donde la poesía carece de toda importancia y no conecta con ninguna de las posibles realidades. La poesía naufraga en el escenario distópico que vivimos, pero desde hace mucho ha sido un género de curiosidad humana, aunque algunos insisten en a esto y lo otro le hace falta poesía o debiera llevar ese toque de encantamiento que convierte a la palabra, un objeto y la realidad en algo poético. ¿La poesía es un plus contra el aburrimiento, esa visión monótona de la vida y las cosas? Lo cierto es que la poesía orillea la realidad, habita en sus márgenes, sapea detrás de una ventana el paisaje que construye el hombre en cada época y toma nota.
Mallarmé, un poeta francés que escribió sin paracaídas, aunque no jugó su poesía al azar de los dados, apela desde el más allá y nos propone el poema como un misterio en que el lector debe buscar la clave. Cada lector reescribe su propio poema, esa es una de las bondades del poema, que sigue vivo más allá del poeta y se versiona, multiplica en el otro. No es lo mismo leer ahora a Safo, al Dante, Shakespeare, Donne, Quevedo, Rimbaud, Tralk, Celine, en esta época que en sus tiempos de historia y escritura.
Es muy cierto lo que dice Mallarmé, una tirada de dados
no suprimirá el azar, aunque un poema le salvó la vida a Mandela además de la
fortaleza de su condición humana, su
alma inconquistable, él, Madiba, el más invicto de los invictos. Mandela
recibió las puñaladas del azar, pero supo declararse amo de su destino, capitán
de su alma. La palabra fue el madero que le salvó del naufragio en que lo
condenó a 27 años el apartheid sudafricano. El poema debe aceptar y asumir ese
reto en cada persona que lo recibe y lee y vuelve a recrear. Por ahí digo que
no lo considero un mantra, pero a Mandela le resultó, superó la esclavitud del
hombre por el hombre y dejó su sonrisa en la celda de 2.1 metros cuadrados,
allá en Robben Island.
La poesía no es
tonta, sabe cual es su situación, sobrevive a la intemperie, apela en una
palabra a las palabras, a la belleza, a los cinco sentidos del lector, a la
marcha siempre infinita de una época que deja algunas señales y huellas, porque
ese es también el metier del poema.
¿Los poetas tienen velas en el entierro de la poesía?
Una pregunta de paso por la pasarela de la palabra. Quizás algunos que trabajan
el lugar común, repiten lo ya escrito y de una mala manera, tal vez, pero, me
parece que el género goza de buena salud,
existe un menú amplio, variado, vital, siempre retador del establecimiento de la palabra, audaz, que
no se conforma asistir como convidado(a) de piedra a una mesa ya servida.
5 comentarios:
Què hermoso poema , ademàs las lucièrnagas que hermosas son, en Rincòn , tierra de Saer, isla, en verano solìan aparecer y enscendìan un radio en medio del mapa de la noche y era una maravilla...
Precioso este augurio sobre la Poesìa que escribis, què hermoso esto de " una tirada de dados no suprimirà el azar......" sin embargo la Poesìa salva , no es en vano, a veces toca, realiza su Gracia.
La Poesìa ensciende la Noche con su luz, es como ese campo de lucièrnagas /Sgte que activa huella mnèmica dirìa un Psicoanalista y ahì algo activa, la vida psìquica /alma se ensciende, y te dice " vamos por acà......" no hay que ser miedoso/a para seguir esa luz.
Gracias por compartir el anticipo de lo que vendrà ya siendo.
Estàs puesto en la escritura , eso es una elecciòn, adelante.
Que interesante todas las variaciones culturales, pero como dices la Poesìa no se extingue , sigue siendo una Promesa, ..................promesa de que ? de una palabra que nos recuerde quienes somos, que nos haga sentir vivos y muertos a veces, reconocidos en la tragedia tambièn.....
Usted está muy cerca de escribir poemas tan valiosos al que hace referencia "Una tirada de dados jamás abolirá el azar"
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