no estuvo, no vino, fue,
pasó la nube sin ver la huella del sol,
dejen, mejor digo, de escupir para el cielo,
siempre estuvo, aún en el olvido,
el Oráculo no miente y la musa no es ciega,
dicta lo que aún está por verse .
Los pasos siempre siguieron un camino,
los puntos cardinales parecieran
tener mejor oído y sentido
que el corrector de pruebas
o el lector furtivo.
La crítica en su limosna diaria
recoge los gusanos que dejan
los cadáveres en invierno
y no alcanza a deletrear,
lo que serían las verdaderas palabras.
Quizás fue pasajero por destino,
más de alguna vez se le vio
cruzar la ciudad igual que el río,
que la afea, envejece,
con sus turbias aguas
y aún así no olvidó el río
que convirtió sus palabras
en algo que dice y no se dice,
la entrada a lo desconocido.
Un poema bien escrito,
es pura especulación,
lo dice hasta un ángel dormido,
lágrimas y risas,
la diversión dramática de la máscara,
del lenguaje y sus palabras.
El poeta puede avanzar con una antorcha
en la noche oscura y no ver más que la luz,
al alba, en la claridad de las palabras
y no estar seguro aún si son verdaderas.
Rolando Gabrielli2023
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