El ghostwriter respira en silencio,
ignora la posteridad que le sonríe
como una vieja alcahueta
que ya decidió por él.
Una obra anónima no tiene nombre,
solo le pertenece a las circunstancias,
un poco a la casualidad del momento
y al tácito olvido del autor.
Rolando Gabrielli2024
1 comentario:
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