Esta es la ciudad que frente al mar blanquea
la vieja codicia de piratas y mercaderes,
el tránsito de la memoria compartida de sus aguas,
la imagen finalmente que de ella construimos
y asociamos a nuestra pequeña insignificante historia,
más allá de esos vigilantes, indiferentes rascacielos,
inmóviles pasajeros que recortan la ciudad
y su horizonte permanece expectante ante viajeros
y habitantes.
La ciudad no ignora su destino,
quizás el destino, tal vez, a veces
la ignora.
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