La poesía es un hierro ardiente, una llamada que puede convertir en ceniza las palabras.Quema, sin duda, la palabra es fuego. Un poema arde por los cuatro costados, o no es poema. La poesía no es la antesala del infierno del poeta, sino un incendio de las palabras , ardiente en todas sus épocas. Sobrevive aún porque calienta, quema y sigue ardiendo.
La Novela, la prosa en cambio, ya es una nevera, el congelador cotidiano, nive sucia. Es un muro ciego, a veces, sin paradero. Un ataúd que no vuela. No es lo que quisieramos de este refrigerador lleno de palabras sin aventura y poesía. ¿Muchos caminos para una misma prosa?
Más interrogantes que un sueño. La novela es un proceso de larga autocontemplación. La biografìa más extensa de la memoria del futuro, de los viejos caminos del pasado, siempre en ese eterno presente de nostalgias.
La poesía y la novela existen a pesar de las comidas rápidas.
Rolando Gabrielli©2005
La Novela, la prosa en cambio, ya es una nevera, el congelador cotidiano, nive sucia. Es un muro ciego, a veces, sin paradero. Un ataúd que no vuela. No es lo que quisieramos de este refrigerador lleno de palabras sin aventura y poesía. ¿Muchos caminos para una misma prosa?
Más interrogantes que un sueño. La novela es un proceso de larga autocontemplación. La biografìa más extensa de la memoria del futuro, de los viejos caminos del pasado, siempre en ese eterno presente de nostalgias.
La poesía y la novela existen a pesar de las comidas rápidas.
Rolando Gabrielli©2005
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