Dejen al muerto
que cargue con su vida,
única esperanza
de seguir viviendo.
Es su vida, su canto.
Hay un sólo paso
al más allá.
La roca helada,
tan liviana la mano,
como el cuerpo,
se va, se va,
la luz del muerto,
ilumina el cielo,
sube el firmamento.
Dejen de llorar al muerto,
dejen vivir al vivo,
no más lamentos.
No hay vivos sin muertos.
Rolando Gabrielli↕2006
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