martes, mayo 09, 2006

EL ROSTRO DE LA SATISFACCION DEL SER (IN)HUMANO




Es un rostro de satisfacción, refleja apetito, destacaba sus sonrientes, chispeantes ojos, mandíbulas firmes, la mirada del deber cumplido. Asemeja el perfil de un profesor de New Mexico, que ha cumplido su jornada a satisfacción y le viene el verano encima como retribución al esfuerzo anual. Felicidad en todo caso, una paz que se respira plenamente. La boca ancha, de oreja a oreja, sin embargo, marca un enigmático camino. El rostro detrás del rostro, pareciera descansar allí, en la mandíbula cuadrada firmemente acoplada a la caja craneana. El cabello en orden le favorece en un ángulo de ex deportista, beibolista, futbolista, gimnasta, golfista, no hay gran diferencia para la indefinición.
Es Armin Meiwess, de origen alemán, experto en computación, de 42 años, cateador, quien mató y se comió a un contacto a través de internet, para satisfacer una fantasía, como lo declarara el juez germano que le condenó a 8 años y medio de prisión. Meiwess, conocido como el caníbal alemán, quizás ya esté en el Guiness Récord, si es que antes ya no se le había adelantado alguien con mayor audacia y apetito.
El tribunal alemán, comprensivo, dijo que Armin no tenía motivaciones abyectas y su abogada defensora argumentó que la víctima se le ofreció voluntariamente a ser asesinada y comida. Se trata más bien, precisó la abogada, de una eutanasia, cuyo castigo es de cinco años de prisión.
Meiwess, una vez conoció el veredicto, sonrió a las cámaras, con ese rostro caníbal, de satisfacción plena que le acompañará detrás de las rejas. Allí, en cautiverio, quizás desarrolle sus dotes y acabe con la población carcelaria, siempre y cuando lo dejen transitar por las celdas y pasillos. Un hombre de recia mandíbula y apetitos carnívoros difícilmente cambie.
Meiwess, un pulcro hombre del ordenador, globalizado en la red de redes, explicó su real motivación de ingerirse a su desconocido cateador: el deseo de convertir a otro hombre en parte de mí mismo. Explicación que adelantó el juez Volker Muetz, que no creemos sea vegetariano. Así, añadió, Meiwess alcanzó esa experiencia emocional a través del consumo de carne, humana, agregamos señor Juez.
Bernard Brandes, la víctima viajó de Rotemburgo a Berlín para responder a un anuncio de Meiwess en internet que buscaba aun hombre joven para ser sacrificado y comido. Meiwess dijo que Brandes deseaba morir a puñaladas tras tomarse una botella de una medicina para controlar el resfriado y luego perder el conocimiento. "Bernad se acercó a mí por su propia voluntad para poner fin a su vida", dijo Meiwes en su declaración final ante el tribunal, el día de su juicio, que ya tenía eprdio de antemano por doble aprtida. "Para él, fue una muerte agradable, precisó el caníbal. "Tuve un gran placer, y no necesito hacerlo de nuevo. Lo lamento, expresó. (no sabemos por qué se lamentaba, si porque no voleverìa a repetir el acto o por su víctima)
Durante una sesión a puerta cerrada, se exhibió un truculento vídeo del homicidio que había sido grabado por Meiwes.
Se había creado una sociedad perfecta: amigos de los caníbales.
Este texto escribí cuando aparentemente concluía el caso, pero se reabrió en una nueva audiencia de acuerdo con la ley germana, y Meiwess fue condenado esta vez a cadena perpetua, lo que no anula la anterior que ya cumplía por sentencia de la Audiencia Provincial, en el 2004. Ahora fue la Audiencia Territorial quien lo confinó de por vida detrás de las rejas.
El cable internacional relata el hecho de una manera gráfica, veamos : "El asesino confesó haber matado al berlinés Bernd Jürgen Brandes, de 43 años, quien viajó de Berlín a la pequeña localidad de Roteburgo del Fulda para dejarse matar y ser devorado por el criminal. Meiwes le cortó primero el pene y lo frió en una sartén para comérselo juntos, tal y como supuestamente le pidió Brandes. Cuando éste agonizaba, lo remató a cuchilladas; luego destripó su cadáver, lo descuartizó y enterró algunos trozos en el jardín, mientras otros los congeló y se los comió en días posteriores.
La Audiencia Territorial de Francfort también prohibió hace unos meses el estreno en Alemania de la película Rohtenburg, de Martin Weisz, que reconstruye el caso, a petición de Mei
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