lunes, marzo 12, 2007

ES BORGES, SEÑORA







Toqué el timbre como si el dedo se fuera a quedar pegado. Después intermitente. Las personas que atienden el Correo de El Dorado, practican el desdén, la indiferencia, con maestría y dedicación. Es un impreso que viene de Chile, le dije a la mujer que apareció con ese rostro que refleja el fastidio de una jornada poco satisfactoria. Me miró y no me vio, pienso. Dejó que yo siguiera su espalda con mi vista y caminó unos cuantos pasos. Después una voz: pase a la ventanilla de la aduana. Caminé hacia el otro extremo y me inquietó el término aduana, por una idea de tramitación más compleja. Le dije: es un libro: Borges.
La caja herméticamente sellada, es decir doblemente segura, imponía respeto por su tamaño. Es Borges, le repetí y me miró con una interrogación sin ninguna compasión y menos entendimiento de que quería decir yo en verdad. El trámite hay que hacerlo, Señor, me dijo, y aquí dice que es un libro. Un gringo, a mi lado, en espera de alguna encomienda, me preguntó: ¿Usted tiene tiempo para leer un libro de ese tamaño? Le dije, ¿conoce a Borges?. No, respondió. Yo soy escritor, se supone que debo leer y escribir, pensé. No es cuestión de tiempo, sino de trabajo. ¿Usted qué hace?, le pregunté. Jubilado, dijo. No tenía más de 50 años. Señor, firme aquí. Su cédula y firme acá. Déjeme registrarlo. Bien. Viene de Chile, le repetí a la mujer, pero mi hermano César lo compró en Argentina.
Salí del correo con mi Borges, sin que nadie se enterará de él y le importara menos. Cuando lo abrí con mis tijeras moradas, me di cuenta de la magnitud del volumen:1663 páginas, el libro más grueso que tengo en mi librero. Y Borges que adoraba lo breve, conciso, él que nunca quiso escribir una novela, le novelaban sus días. Es como un baúl de su vida íntima, un volúmen Pandora, porque su amigo de toda la vida, el escritor argentino, Bioy Casares, registra más de 50 años de convivencia y conversaciones diarias con Jorge Luis Borges. ¿Son palabras sin cedazo? Sólo Bioy lo sabe.
Borges, según registra Bioy, habló un 10 de septiembre de 1949, en el popular barrio Lomas de Zamora, sobre Goethe, y dijo que "a imitación de las religiones, las literaturas de cada país tienen su libro o autor canónico." Dante en Italia, Shakespeare en Inglaterra, Hernández en Argentina, Cervantes, España, Francia Racine, Hugo o Baudelaire. En Marzo de 1950, sigue la vida de Borges, Estela Canto- periodista y novelista argentina- quería que Borges se acostara con ella. "O nos acostamos o no vuelvo a verte" Cómo, dijo Borges, ¿no me tenés asco? Y la invitó a comer y a celebrar a Constitución. Pero JLB estaba enamorado de Silvina Bullrich, escritora argentina de origen germano. Cuenta Bioy que Borges, enamorado de estos amores fatales, pero muy lejos de la carne, pasó frente a la casa de Silvina. ¿A qué hora pasaste, le preguntó ella. A las 12 PM, tenía que pasar, agregó. Ella respondió con una exquisita crueldad: "A esa hora estaba en mi cuarto, en mi cama, con un amante." A Silvina le encantaban los arcos, flechas, rifles, cañones y soldados de plomo."No sería quien soy sin haber visto tanto mundo. Llevo en mis retinas los sangrantes Cristos españoles, los Budas inmensos, las ciudades, los bosques y las aldeas, los mares semejantes que llevan a distintos nombres," apunta Silvina en sus memorias.

1 comentario:

Anónimo dijo...

En www.borgesdebioycasares.com.ar encontrará el Indice temático completo del Borges de Bioy. Saludos cordiales.