Nadie mejor que su mujer, podía conocer en la intimidad al Che. Son miles los artículos, documentos, partes de guerra, anécdotas, discursos, declaraciones, oficios, fojas mil sobre el Che, que circulan por el mundo desde antes que entrara victorioso a Santa Clara, en Cuba. Documentos que nos hablan de su personalidad, del funcionario público, del guerrillero, revolucionario, del Hombre en el escenario internacional. Otros, de su juventud, cuando se inicia en la medicina y recorre América latina con su moto y joven amigo, Alberto Granado.
Al cumplirse los 40 años de su asesinato en Bolivia, la prensa mundial nos ha inundado con artículos y fotografías del icono latinoamericano del siglo XX. Se han vuelto a pasar películas, cortometrajes, difundir canciones, a biografiar al Che de pie a cabeza. El escenario geográfico de su caída, ha sido visitado por algunos miles de fervientes seguidores, en su mayoría jóvenes.
Aleida March, su mujer y madre de cuatro de sus cinco hijos, ha guardado por cuatro décadas la intimidad de sus ocho años vividos con Ernesto Guevara de la Serna y ahora revela alguno de esos secretos en un libro intitulado: Evocación, la mia vita a fianco del Che ("Evocación, mi vida junto al Che") que acaba de presentar en Milán, Italia. En abril del próximo año, EPASA lanzará en español la edición italiana de Bompiani.
Es la mirada de su mujer, documentada con poemas, cartas, fotografía desconocidas, anécdotas y muestra a un Che devorador de libros: seis veces leyó El Quijote de la Mancha y El Capital de Marx lo consideraba la cumbre de un genio, según relata su viuda. Leía poesía, filosofía, economía, estudiaba matemáticas. En su última carta a Aleida, le dice : "Esta podría ser la última carta que te escribo en mucho tiempo (...) En las noches tropicales retomo mi viejo y mal practicado oficio de poeta (no de versos sino de pensamientos) , y tú serás la protagonista indiscutida. Estudia, estudia mucho. Trabaja sin cesar y recuérdame de vez en cuando. Un último y apasionado beso sin retórica de tu Ramón".
En octubre de 1966, antes de partir el Che a Bolivia, se despidió de su esposa en La Habana, convertido en un comerciante uruguayo calvo, más gordo, con gafas, apariencia de un sesentón, bajo el nombre de Ramón Benitez Fernández.
Las fotografías escogidas para este texto en el blog, muestran en el ángulo superior derecho a Ramón y Aleida. A la izq, lado inferior del collage, está Ramón con sus hijos, esposa, en la despedida de incógnito, porque fue presentado a sus hijos como un amigo uruguayo de su papá. Ilustra la muestra gráfica el pasaporte del Che para ingresar a Bolivia con el nombre falso del empresario. La tercera foto de izquierda a derecha, en el inicio, se ve la portada del libro recién editado, donde Aleida nos relata su intimidad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario