Pero vuelvo a decirte que los hombres estamos ya tan cerca los /unos de los otros que sería un error, si el estallido mismo es un error, que sería un error el que no nos amáramos. Gonzalo Rojas
No pueden ser más opuestas Buenos Aires y La Habana, pero inmensamente poéticas y bellas. Allí escribieron poetas legendarios como García Lorca, Neruda y tan opuestos como Borges y Nicolás Guillén. Pero todos, Lezama Lima, Gelman, Eliseo Diego, Girondo, llevan en el alma los sentimientos de la ciudad y la poesía. El poeta chileno, parroquiano de las dos ciudades, Gonzalo Rojas acaba de volar desde Buenos Aires a La Habana, con sus flamantes 90 años y siempre en misión poética y amatoria. La poesía siempre será noticia secreta, voz oculta entre ciudades y lectores que se aferran a la palabra más allá del silencio, como si el tiempo dejara de existir en ese instante.
Gonzalo Rojas ahora es leyenda junto a Nicanor Parra, Ernesto Cardenal, Juan Gelman, Ferlinghetti en Estados Unidos, sobrevivientes a su tiempo y presentes en esta época. No es lugar común decir que la poesía sobrevive a sus propios fantasmas.
Poeta del aire, se proclama, del relámpago, del profundo Sur diría yo, subterràneo mineral marino, de palabra universal, muy chileno, de lento y prolongado crecimiento, vive eternamente en su niñez, de acuerdo con sus propias afirmaciones. "Pero yo soy el viento que sopla sobre el mar del tormento y el gozo".
El poeta mexicano José Emilio Pacheco, con palabras más bien lúdicas acierta sobre el teclado oculto de la poética rojiana que nio deja de tocar a sus ritmos, repiración, silencio, pausa, cuando dice que "sus poemas son casi invariablemente posía y muchas veces gran poesía, pereo antes constituyen verdaderos modelos de versificación, más allá de las normas y formas sancionadas por el uso". El oído de Gonzalo Rojas es infalible, subraya Pacheco.
Lezama Lima dijo una vez que cuando escuchaba los textos de Rojas sobre la muerte, le llegaba un acento de río sumergido, con escamas que vuelan y ojos para pesadumbre esencial.
Rojas es de esos poetas, como los últimos mohicanos, de la pasión, la palabra y el silencio total. Rojas pasa como el Cometa Halley, pero no sabe si retornará, aunque la palabra es todo el silencio de lo posible.
Oh voz, única voz, todo el hueco del mar, todo el hueco del mar no bastaría, todo el hueco del cielo, toda la cavidad de la hermosura no bastaría para contenerte. Y aunque el hombre callara y este mundo se hundiera oh majestad, tú nunca, tú nunca cesarías de estar en todas partes, porque te sobra el tiempo y el ser, única voz, porque estás y no estás, y casi eres mi Dios, y casi eres mi padre cuando estoy oscuro. Al Silencio G.R
ROLANDO GABRIELLI©2008
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