Más de nueve mil años se mantuvo en silencio. Lo daban por muerto. Los Mapuches, hijos de la tierra, siempre han reverenciado a los volcanes y consideran que allí vive el espíritu de sus antepasados. Chile tiene más de dos mil volcanes. El Chaitén, que en idioma huilliche significa Canasto de agua, habló por todos estos años enmudecido. En 1933 la zona del Chaitén contaba sólo con tres casas. La Patagonia chilena y argentina, uno de los parajes más hermosos de la tierra, reserva ecológica y de sueños, está en estado de alerta porque la erupción del Chaitén en territorio chileno ha obligado a evacuar a unas 9 mil personas ubicadas en las proximidades del volcán y las cenizas que ha derramado, destruirá siembras y pondrá en peligro la vida de personas y animales. El volcán no ha dicho su última palabra. Sabemos de su poder. La presidenta Michelle Bachelet, ha advertido que el volcán podría destruir esa zona en 6 horas. En alerta está esa hermosa región. Las cenizas han atravezado el territorio chileno y han llegado a Buenos Aires y a otras zonas de Argentina. Es el momento para mirar hacia La Patagonia como un vasto, misterioso territorio de futuro y esperanza.
A los habitantes de La Región de Los Lagos de Chile, en especial a los afectados por la furia del Chaitén, a los de Futaleufú (Gran Río, en Mapuche), a los niños de la Patagonia, nuestra solidaridad, afecto, esperanza porque el Sur siempre será el Sur. Sabemos lo que es abandonar la tierra, el lar, el lugar de origen, el sitio donde soñamos y construimos un mundo mejor. Rolando Gabrielli©2008
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