Nota introductoria: Este texto lo escribí en enero del 2005. Lo tenía olvidado de mi memoria. Está editado en Panorama Cultural, portal de chilenos en Suecia y veo que ha subido como la espuma en sus lecturas, Está dentro de los 50 más leídos. Lo pongo a disposición de ustedes, mis queridos internautas, porque ha pasado el tiempo y ya he editado dos libros, gracias a mi Musa que me alienta y reescribe en mi memoria con su tinta indeleble. La situación editorial internacional sigue siendo la misma.Les recomiendo visitar el
PortalPanoramaCultural(http://www.panoramacultural.net/suecia/mSearch/pSelect10Top.cfm)
Hacia el papel, peregrinaje a capella
Lo más cerca que he llegado a una editorial, es a recibir un formulario de admisión preventiva, una suerte de limbo con alguna esperanza. (Aún no lo he llenado). En el camino hacia el papel, se ha incinerado el autor y obra, no una, sino varias veces. F. Kafka encomendó a su mejor amigo que hiciera una pira con su literatura no editada. La historia está llena de autores en búsqueda del papel y de editores miopes, ciegos, sin olfato, con fuertes dosis de ignorancia y complejos. Best Seller célebres pasaron por las manos de reputados editores sin que se percataran de la obra. (La neoyorkina Susan Sontag, no fue bien recibida en Estados Unidos, ni Roberto Bolaño en Chile. Mucho antes, la Mistral y mejor detengámonos aquí). En esta insólita búsqueda editorial, el camino se va empedrando de anécdotas, comentarios, y se acumulan las quejas además de las editoriales, que dicen no tener tiempo, personal adecuado para revisar tanto manuscrito. Una editorial colombiana, cuyo nombre no recuerdo, me pasó a una responsable editorial, que resultó no tener la autorización para tomar decisiones, porque éstas se hacían en otro país. El 2005 ya estaba copado en la edición programática de los libros y además desconocía la materia con una profunda y exquisita, sublime ignorancia. Estaba instalada en un bodegón a la salida de la ciudad, y ya ignoraba el curso del tiempo. La doctorcita es escritora. Dentro de este panorama, queda en claro en este peregrinaje, que las sucursales de las famosas editoriales, en los pequeños países olvidados literariamente hablando, son cascarones, están atendidas por un personal más cercano a las tapas que a la tinta y muy lejano de las palabras. Viven en la más absoluta orfandad literaria, en castillos de arena y de ignorancia supina. Desprecian estos rincones del sub mundo literario y quizás con algo de razón. No hay tiraje para esta chimenea que iluminó García Márquez, Alejo Carpentier y otros en el Caribe realmente maravilloso y mágico. Un manuscrito en manos de estos angelitos editoriales, debe resultar una experiencia, aventura curiosa, extraliteraria, ficcional, absolutamente deliciosa. Decidí olvidar y pensar en un helado de fresa. Otra editorial dijo preferir trabajar con contratos con universidades y que su experiencia con literatura era circunstancial. Un grupito selecto, cabe anotar, no contesta y parecieran estar más allá del bien y el mal, porque consideran que tienen suficientes borradores y que dentro del albur editorial, no se debe improvisar doblemente. Las quejas contra el mercado del libro son infinitas. La dificultad en las ventas, con la excepción de lo best seller, ya es legendaria en boca de editores y libreros. Los lectores aparentemente escasean, pero los precios vuelan por las nubes. El libro es un objeto volador no identificado para la clase media baja y los más pobres, que son mayoría. Un libro compite con el pan y es sólo alimento para el alma, sus hojas no se pueden comer. Es la ecuación de los tiempos. Escribir es un vicio y leer, un deporte caro. En el mercado del libro también existe un gran basurero comercial. Crece el depósito de basura literaria. No es culpa del lector, sino de los editores. Inundan el mercado con fantasía de tercera. Quieren lectores pasivos, que no piensen, que no decidan por la historia que están leyendo. Que traguen papel por una cantidad de dinero. Una mínima entretención. Las ferias internacionales de Libros, permiten una gran y masiva venta. Muchos contactos, nuevos contratos editoriales, pero no es suficiente. Es un viejo y tradicional esquema. Debieran abrir un buzón para nuevos escritores, inéditos. Más de alguna sorpresa se llevarían. Y poner a leer a mucha gente para alcanzar un buen texto. Existe una tradición en el rechazo de manuscritos por parte de las editoriales. A veces sin leerlos. Joyce, García Márquez, como. J.K. Rowling, y muchos más, fueron víctimas de editores ciegos. A nadie debe llamarle la atención el lugar común y que la historia se repita una y otra vez. Gajes del oficio. La poesía está lejos, como el género más huérfano de editorial. ¿Quién lee poesía, se preguntan los editores? Ni ellos. Yo me interrogo al iniciarse el 2005: ¿Cuántos manuscritos yacen engavetados en las editoriales? A algunos les han salido plumas, espuma, pelos, hongos, y quizás se hayan reproducido con nuevas historias y alguna de ellas sea un verdadero best seller.
Autor: Rolando Gabrielli
Lo más cerca que he llegado a una editorial, es a recibir un formulario de admisión preventiva, una suerte de limbo con alguna esperanza. (Aún no lo he llenado). En el camino hacia el papel, se ha incinerado el autor y obra, no una, sino varias veces. F. Kafka encomendó a su mejor amigo que hiciera una pira con su literatura no editada. La historia está llena de autores en búsqueda del papel y de editores miopes, ciegos, sin olfato, con fuertes dosis de ignorancia y complejos. Best Seller célebres pasaron por las manos de reputados editores sin que se percataran de la obra. (La neoyorkina Susan Sontag, no fue bien recibida en Estados Unidos, ni Roberto Bolaño en Chile. Mucho antes, la Mistral y mejor detengámonos aquí). En esta insólita búsqueda editorial, el camino se va empedrando de anécdotas, comentarios, y se acumulan las quejas además de las editoriales, que dicen no tener tiempo, personal adecuado para revisar tanto manuscrito. Una editorial colombiana, cuyo nombre no recuerdo, me pasó a una responsable editorial, que resultó no tener la autorización para tomar decisiones, porque éstas se hacían en otro país. El 2005 ya estaba copado en la edición programática de los libros y además desconocía la materia con una profunda y exquisita, sublime ignorancia. Estaba instalada en un bodegón a la salida de la ciudad, y ya ignoraba el curso del tiempo. La doctorcita es escritora. Dentro de este panorama, queda en claro en este peregrinaje, que las sucursales de las famosas editoriales, en los pequeños países olvidados literariamente hablando, son cascarones, están atendidas por un personal más cercano a las tapas que a la tinta y muy lejano de las palabras. Viven en la más absoluta orfandad literaria, en castillos de arena y de ignorancia supina. Desprecian estos rincones del sub mundo literario y quizás con algo de razón. No hay tiraje para esta chimenea que iluminó García Márquez, Alejo Carpentier y otros en el Caribe realmente maravilloso y mágico. Un manuscrito en manos de estos angelitos editoriales, debe resultar una experiencia, aventura curiosa, extraliteraria, ficcional, absolutamente deliciosa. Decidí olvidar y pensar en un helado de fresa. Otra editorial dijo preferir trabajar con contratos con universidades y que su experiencia con literatura era circunstancial. Un grupito selecto, cabe anotar, no contesta y parecieran estar más allá del bien y el mal, porque consideran que tienen suficientes borradores y que dentro del albur editorial, no se debe improvisar doblemente. Las quejas contra el mercado del libro son infinitas. La dificultad en las ventas, con la excepción de lo best seller, ya es legendaria en boca de editores y libreros. Los lectores aparentemente escasean, pero los precios vuelan por las nubes. El libro es un objeto volador no identificado para la clase media baja y los más pobres, que son mayoría. Un libro compite con el pan y es sólo alimento para el alma, sus hojas no se pueden comer. Es la ecuación de los tiempos. Escribir es un vicio y leer, un deporte caro. En el mercado del libro también existe un gran basurero comercial. Crece el depósito de basura literaria. No es culpa del lector, sino de los editores. Inundan el mercado con fantasía de tercera. Quieren lectores pasivos, que no piensen, que no decidan por la historia que están leyendo. Que traguen papel por una cantidad de dinero. Una mínima entretención. Las ferias internacionales de Libros, permiten una gran y masiva venta. Muchos contactos, nuevos contratos editoriales, pero no es suficiente. Es un viejo y tradicional esquema. Debieran abrir un buzón para nuevos escritores, inéditos. Más de alguna sorpresa se llevarían. Y poner a leer a mucha gente para alcanzar un buen texto. Existe una tradición en el rechazo de manuscritos por parte de las editoriales. A veces sin leerlos. Joyce, García Márquez, como. J.K. Rowling, y muchos más, fueron víctimas de editores ciegos. A nadie debe llamarle la atención el lugar común y que la historia se repita una y otra vez. Gajes del oficio. La poesía está lejos, como el género más huérfano de editorial. ¿Quién lee poesía, se preguntan los editores? Ni ellos. Yo me interrogo al iniciarse el 2005: ¿Cuántos manuscritos yacen engavetados en las editoriales? A algunos les han salido plumas, espuma, pelos, hongos, y quizás se hayan reproducido con nuevas historias y alguna de ellas sea un verdadero best seller.
Autor: Rolando Gabrielli
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