Alexander Solzhenitsyn superó sus propias expectativas y murió en su casa, Rusia, a los 89 años, luego de derrotar dos veces un cáncer y sobrevivir a los campos de concentración stalinistas y a un largo exilio. De formación científica y militar, escribió una obra literaria e histórica de proporciones bíblicas, que en 1970 le llevó a obtener el Premio Nobel de Literatura. Crítico tenaz de la ex Unión Soviética, tampoco se alineó al lado de Occidente. Se pronunció en contra de lo que consideraba la corrupción moral de Occidente. En Harvard advirtió, "puso en entredicho los valores de sus anfitriones estadunidenses al arremeter contra la democracia en Occidente y defender, ante ese atónito auditorio, que la civilización de Rusia es distinta y requiere un sistema acorde con su historia y tradiciones, no un régimen comunista ni tampoco una democracia liberal al estilo occidental." Fue héroe nacional en 1945 y después enviado a Siberia por unas críticas que hizo a Stalin a través de unas cartas desde el frente de guerra.
La noticia de su muerte la conocí temprano en la tarde del domingo a través de CNN, como un fogonazo, porque AS, ya no era el guerrero audaz de la Guerra Fría, ni de la crítica a la troika comunista. La literatura es atmósfera de su tiempo, a veces, se evapora y los hombres pasan como cantos de sirena. La viuda de Solzhenitsyn, Natalia, declaró a la prensa: “Él quería morir en verano, y murió en verano. El quería morir en su casa, y murió en su casa. Debo decirles que tuvo un vida muy difícil, pero también feliz”.(8 años de reclusión en Sharashka, sdestierro de 3 años en Kazajistán).
Un día en la vida de Iván Denisovich" y "El Archipiélago Gulag", son textos donde denuncia los campos de concentración y trabajo de Siberia, y tal vez las obras más celebradas en Occidente.
Solzhenitsyn se había reconciliado con la Rusia actual y continuaba escribiendo su monumental obra completa de 30 tomos. Atravesó la larga noche del sigo XX ruso, con sus claroscuros, y le dio tiempo, para revisar casi la primera década del siglo XXI. Su legado, lo dijo al recibir el premio Estatal, uno de las más altos reconocimientos rusos es: "Hasta el fin de mi vida mantendré la esperanza de que mis trabajos históricos se transmitan a la consciencia y la memoria de las personas". Había rechazado de Gorvachov ese premio y otro de Yeltsin, porque se sintía incómodo, usado como líder espiritual, de una Rusia que no consideraba democrática.
Solzhenitzyn nos enseño que el mundo no es cuadrado y que la esfera azul tiene varias caras y demostró con buenas páginas que el hombre es la bestia del hombre, y que del supuesto lado de la otra moneda, no todo es color de rosa y que las espinas sólo están un poco mejor camufladas.
Su obra fue escrita para las futuras generaciones, porque sin su compromiso, la historia rusa del siglo XX no estaría completa. Ahora, lo que corresponde es leer, analizar y ejercer el derecho a crítica una obra escrita en condiciones complejas, perteneciente también a una época y confrontarla a la historia, sabiendo que no pocas páginas pertenecen a la Historia.
PD.
"El hombre del que nos despedimos hoy se merece todos los epítetos que le han dedicado tras su muerte: incómodo, brusco, confuso, altanero, humano, profeta, amenazador, conflictivo, huraño, a veces genial, a veces ingenuo", escribió el periódico Kommerant.
Rolando Gabrielli ©2008
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