La poesìa es palabra en borrador. El poema se reescribe invariablemente y nunca desde el punto de vista del escritor. No es sòlo cuestiòn de èpocas, distancias, idiomas, cada lector tiene su propio oràculo que lee en presente con vista al pasado que recicla de acuerdo con sus lecturas. La poesìa y el poema son individualidad y espacio propio sin escenario. La poesìa es como el rostro invisible del Dante o Shakespeare, tiene mucho de la visiòn y aventura de Rimbaud. Es isla Safo, cuenta con la racionalidad de Mallarmè, toda la brillante locura de Artaud, Blake, Trakl, Panero y el compromiso de Whitman y Maiakovsky. La entrega de la Mistral, Pizarnik, de la Plath. La poesìa es tambièn una oda elemental, sencilla, un fragmento de la aurora, la voz de la piedra rodante, el ojo negro de la noche, el hombre, el hombre con todos sus sentidos y la rosa que es metal y rosa. La poesìa es antiposeìa por obra y gracia de Nicanor Parra, pero es màs poesìa.
La poesìa no es bendita ni maldita, ni un oficio, nace de una raiz sin nombre, ni luz, es tan huèrfana y tiene tantos padres, criatura desolada en el amanecer de la palabra. posee muchos apellidos e istmos diversos, perìodos, se hizo Dada, surrealista, realista, siempre serà algo romàntica, barroca, hermètica, amorosa, folosòfica, polìtica, vanguardista, pondrà al hombre y las cosas en el centro del poema, la naturaleza, su relaciòn con el caos ìntimo y colectivo, la vanidad, banalidad y la antropofagia que tanto se practica en la sociedad global.
El discurso de la poesìa es la disidencia, la trasgresiòn. Puede no mencionar, ni señalar, pero su discurso està activo, presente, en el lenguaje. El poema puede llegar a carecer de palabras si leemos verdaderamente en silencio y complicidad con el texto.
La poesìa no tiene cabeza de calabaza como piensan algunos editores, comerciantes de la palabra, institutrices del verbo. Los dictadores conocen bien cual es la labor de un poeta y de la poesìa. Se termina por prohibir y quemar libros. Un ciclo que se ha repetido a lo largo de los siglos, pero la poesìa es el Ave Fènix que renace de las cenizas de cada palabra que volverà arder en la conciencia y en los sentidos del lector. El màs inocente poema es una manera distinta de ver el mundo, de saber que algùn dìa cruzaremos el ocèano, la montaña, el lìmite del lìmite, hasta ser uno en el Otro.
Me sorprenden los poetas que no hicieron otra que escribir y aùn màs aquellos que tuvieron otras actividades, y aquellos que abandonaron todo por la poesìa e inclusive aquèl que dejò la poesìa para ser Otro. En poesìa ningùn camino conduce a Roma, todos los caminos conducen al poema. Los poetas han pagado con el exilio, como el Dante, pero la palabra no puede exiliarse del poema.
Teodoro Adorno, vaticinò que despuès de Auschwitz no se escribirà màs poesìa. El hombre tuvo un gran apagòn en esas guerras mundiales, en especial la Segunda, pero la historia de la humanidad està llena de algo màs que incidentes. La esclavitud, que arrastrò a millones de de millones de negros de sus hogares a la muerte, miseria, al sacrificio por siglos y el genocidio de indìgenas en Amèrica latina, son dos apagones de màs larga intensidad que el de la Guerra Mundial. Y se sigue escribiendo poesìa. Lo hizo el extraordinario poeta judìo Paul Celàn, quien escribìa en Alemàn.
La fuerza de la palabra supera la desesperanza con la que a veces suele contar el hombre y construir su propia devastaciòn. La poesìa ni siquiera es esclava de la palabra, porque no es sumisa, ni sùbdita de ningùn gènero.
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