Gabrielli lee a Gabrielli
y se asombra no haberse plagiado antes,
con ojos de cuervo celestial
la nuez de su destino,
el testamento freudiano de su poesía,
lámpara vieja odiosa de su verbo
malgastado en bares y países del Tercer mundo,
un vicio tolerado asfixiante sin métrica, ni bandera,
algo biográfico, marginal, absurdo,
un castillo de arena con pies de barro,
esa historia que nadie quiere oír
y relaciona con Kafka por instinto
de conservación, hermano escarabajo.
Ufánense ante el espejo y apedrèenlo, poetas
hasta que el cristal llore la imagen repetida,
el poema no escrito salte de la memoria
y la bestia que ama la ternura de su enemigo
encuentre consuelo en alguna palabra
no escrita, agazapada.
Han sembrado espadas los años
y sus filosas sombras
se acuartelan negras a orillas de los ríos.
Los inquisidores se escarban las muelas
al dormir sedados por el trabajo de los verdugos.
Los inquilinos duermen desnudos
con botas y mochilas al pie de la cama,
partirán, partirán en la mañana.
Nos ha tocado vivir y jugar las cartas
de esta época de equívocos
y señales infernales,
donde todo tiene nombre y se vende,
donde nada es más falso que escribir.
partirán, partirán en la mañana.
Nos ha tocado vivir y jugar las cartas
de esta época de equívocos
y señales infernales,
donde todo tiene nombre y se vende,
donde nada es más falso que escribir.
Rolando Gabrielli©2009
2 comentarios:
Me gustò eso de que quedarse quieto de alguna forma es consolidarse para luego sì moverse casi sin proponèrselo. Es budismo eso. Abrazos...M
Parecès Harrison Ford en Indiana Jones con el sombrero!!! muy bien!!!
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