lunes, agosto 10, 2009

Las hormigas culonas crujen como diosas




El sabor tiene ese sentido de lo que se tuesta y cruje como una galleta silenciosa. Es sutil el manjar y más aquello que le rodea. Tiene el destino de una aventura anunciada en sus propios preparativos. Leí, escuché comentarios, vi en la televisión y siempre fue algo lejano, exótico, donde la imaginación se detenía más bien en la sospecha. Lo que se desconoce suele tocar la puerta de una manera intrigante y los sentidos vuelan. No hay tierra ni cielo, sino limbo.
Fue una tarde cualquiera en Panamá, cuando el arquitecto colombiano Juan Carlos Sáenz, me ofreció probar una de estos seres subterráneos milenarios residentes en Santander, Colombia. Son de clima templado, grandes, rojizas y culonas, lo que hace las delicias de los comnesales desde tiempos primitivos, aunque ahora la ley del mercado las puso en mesas extranjeras, donde son apreciadas como doncellas que vienen de un reino desconocido, subterráneo, antiguo. La historia se remonta desde hace 500 años, antes que llegaran los españoles, y segun cuenta la leyenda, tras una larga hibernación, las culonas abandonan sus escondrijos y los indígenas, campesinos ahora, las esperaban para atraparlas. Pero la leyenda va más lejos y se els atribuyen propiedades de longevidad, afrodisíacas y de analgésicos. De todas maneras están condenadas al paladar humano, por mágicas y culonas. Algunos estudios científicos las identifican como una verdadera medicina curativa del colesterol alto.
Lo cierto es que las culonas se exportan hacia Estados Unidos, Australia y Europa. Su tórax delgado les hace ver muy seductoras y suelen ser un buen regalo para una boda por sus características afrodisíacas. Rolando Gabrielli©2009

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