sábado, octubre 17, 2009

Libertad, ideología y negocios...




Las ferias de libros son una gran ruleta de intereses, donde editores, agentes y escritores se mueven como mercancías. Frankfurt es el paraìso de todas ellas, por su tamaño, enfoque comercial-editorial, prestigio, y los miles de metros cuadrados organizados para el comercio de la palabra. China, con màs de 5 mil años de historia, 1.300 millones de habitantes, dos mil participantes, es el país invitado de honor en Alemania.
Màs allà de este escenario, en plena agitación en este mes de octubre, veo al portuguès José Saramago, a sus 87 años, promover su último libro en Italia, Caín, como si fuera un joven recièn editado. Previamente su libro, El Cuaderno, fue rechazado por la editorial italiana Eunaidi, propiedad del primer ministro italiano, Silvio Berlusconi. Caín es un mano a mano con Dios y el polèmico Saramago, escogiò Italia, para su lanzamiento, en directo con su público y admiradores. Sin anestesia: un libro polèmico. Dice, Dios no es de confiar. Otra manera de acercarse al mercado, con un producto no oficial, contrario al establecimiento religioso global. Se ha presentado en Italia, un Saramago muy beligerante, en un fin de fiesta contra el satu quo y se transformò en protagonista de primera lìnea en su crìtica contra la religiòn catòlica y sus altas investiduras.
Hace algunos años, una escritora me decía, informaba, que nada se hacía hoy sin la figura del Agente literario, y que ella se movía con esas coordenadas. Siguiendo sus consejos, contactè algunos, entre ellos uno muy famoso, que según leo en una crònica de Silvina Friera de Página 12 de Argentina, realizarà en Frankfort 180 formales, sin contar los encuentros de pasillos, copas, que son "tremendamente productivos". Se trata del argentino Guillermo Schavelzon, quien me dijo rotundamente: estoy muy ocupado. Fue mi primer contacto con este universo intocable de agentes que manejan los hilos de Pinocho. despuès me aventurè con una española, que tenía dos o tres años, en lista de espera. No doy a basto, me dijo. Por ahì fue dàndome cuenta, vislumbrando este universo editorial, que ahoga de manuscritos aparentemente a los agentes, que a su vez hacen ante sala ante los grandes definidores del mercado: las editoriales. Se evaporò como una pompa de jabón esta ruta hacia el papel impreso. Y sigo ilustràndome con Silvina. Schavelzon se descarga del mito de los agentes millonarios y exitosos. Dice que en esta feria solo se hacen dos o tres contratos multimillonarios y que los otros occilan entre 3 mil y 25 mil euros.
Me pregunto si uno de ellos serà el del chileno Roberto Bolaño, cuyo agente llevò en la manga su "última" novela inconclusa, El Tercer Reich. Parece que ese fantasma ha animado la feria, que se iniciò con la controversia del invitado de honor. Algunos alemanes consideran que en China no hay libertad, y que la feria tiene entre sus lemas, esa palabra. Libertad, ideología y negocios, es al combinaciòn filosòfica de la feria. Frankfurt se transforma en un escenario parecido a las Naciones Unidas del libro, participan unos 100 países. ¿Què es la libertad de expresiòn? Es una buena pregunta. ¿Dònde se respeta? Es otra buena pregunta. ¿Se puede ser libre siendo pobre? Una mejor pregunta, sin respuesta aùn.
Los organizadores sostienen que uno de los objetivos de la efria, es como ganar dindero con las ediciones digitales. Por eso rechazan en Frankfurt es intento de Google de monopolizar la ediciòn y los derechos digitales.
En la feria hay mucho màs menudeo y manoseo de temas y libros. Lo interesante son los resortes que se tocan y mueven y manejan tras bambalinas, donde màs de 1500 agentes hacen su juego. Ando detràs de un librito medio eroticòn de Gloria Vanderbilt, dice un promotor de EMECE y ve su destinatario, pùblico lector: Chile, Argentina y Uruguay.
En estas pujas y repujas, los poetas no alcanzan ni para flores de mesa de noche. El mercado es olìmpico, ignora la poesía, la poesìa no tiene agentes, es agente de su propia palabra.
La literatura tambièn toma sus caminos insondables. ya està en carpeta la novela póstuma del cubano Cabrera Infante: Cuerpos divinos. ¿Una especie de Lolita tropical?

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