Un día fantástico,
pero siento que las hienas
me rodean
con sus fauces rojas,
ya usadas,
en señal que estoy en turno.
Desnudo estoy
en el patio de una casa
haciendo mis ejercicios matinales,
el sol vertical
reconoce mi piel.
Un verdadero poeta
se mantiene en forma y contenido,
como el poema,
desnudo,
preferiblemente.
Rolando Gabrielli©2010
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