Cuando la PC sale de circulaciòn, el ordenador se esfuma y toda imagen o palabra deja de ser digitalmente real, hay que recurrir a la vieja retòrica y oficio de las carpetas. De alguna manera siempre existiò un orden y un desorden casi perfecto. Procesar es el poderoso verbo que nos recuerda El Proceso de Kafka, en cierta forma todo es y no es.
En los infiernos tecnològicos, aquellos en que caen los inocentes, desprevenidos, incautos, se pueden borrar hasta las huellas de años de trabajo y al ingenuo poseedor de este aparato que contiene todas las palabras acumuladas en el Disco Duro, dueño absoluto de los materiales, textos, cuentos, poesìas, novelas, crònicas, correos, dibujos, fotos, imàgenes.
Mi PC, en este mar de infortunios, universo que crispa la punta de las pestañas, està en su trance, tras arrastrarse en la lentitud de sus dìas, semanas y meses, hasta ser despreciada por un tècnico a la violeta que la olvidò una semana y despuès la rechazò ofendido de inacciòn y de esa vulgaridad llamada flojeritis aguditis en compañìa del no me importa. Los tècnicos son una suerte de divos, mezcla de detentores de una sabidurìa y Lady Gaga. De todas maneras te miran por encima del hombro y te cobran lo que estiman conveniente desde que acomodan sus doctos dedos sobre el teclado que pareciera reunir todas las respuestas.
En ese impasse del retorno de la PC, el justo punto muerto de la humillaciòn, porque se le ve a ese trozo metàlico sin facha de nada, despreciado, descabezado de su monitor, que le da cierta alegrìa y vanidad aceptable, ya que es atenciòn obligada de quien se sienta frente al teclado, porque no puede hacer nada sin el ordenador. En ese minuto en que se encuentra arrinconada la PC en el piso, es muy poco lo que uno puede no decir por el despreciable tècnico y su mala leche. Eso lleva su tiempo, retener la bilis y no arrojarle un escupitajo en señal de que el desprecio, holgazanerìa, mala voluntad, tienen tambièn su antìdoto. Pero los innstantes pasaron unos a otros se sumaron sin mayores consecuencias, sino lagunas de impotencia.
Y siempre aparece un salvador, amigo de la criatura indiferente para buscar una soluciòn, que a veces complementa la desdicha y lanza la suerte a todos los infiernos habidos y por haber. Se llevò la PC para hacer el trabajo en primera instancia, porque era cosas de formatear, limpiar, quizàs agregar algo de memoria. Pecata minuta. Pasan los días y la errante PC no vuelve a su normalidad, hasta que el rescatista la envìa por su cuenta y riesgo a un negocio chino ad hoc, el lugar donde se arreglan las computadoras, pase lo que pase.
En dos dìas llegò a mis manos. Ahora no estaba lenta, sino ràpida, como debìa ser, con nueva memoria, algo màs, y sucediò que se trancaba. habìa que reiniciar y reniciar. Algunos programas no andaban. Hasta el inefable Yahoo se salìa con la suya, absolutamente retacado, se abrìa y cerraba como un reloj Cu cù. La PC no cerraba, simplemente se manejaba con totalmente autonomìa, esa de la esquizofrenia perfecta, donde se relaja hasta el ùltimo vericueto de la realidad. Intentè por la vìa de la paciencia, encontrar alguna respuesta de ella misma, porque consultar a màs sabios, ya era un esfuerzo demasiado fuera de lugar. Aparecìan algunas figuras locas, avisos desconocidos, ruidos en el hadware, y de alguna manera entrè en un mundo fantàstico e inesperado lleno de sorpresas. El ùltimo recurso fue parar, detener, empujar el botòn, no dejar un sòlo movimiento màs a la vista. Cero libertad.
Comencè el proceso de desenchufar cable por cable. La subì al automòvil. Pasajero de al lado, no fuera ser que se bajara antes de tiempo, se lanxzara por la ventara, intentara una última maniobra, algùn recurso desesperado para autoolvidarnos. Bajè el vidrio y encendì el aire acondicionado. No fuera a ser que se le tostaran los últimos circuitos y a mi los cables. Avanzamos como dos buenos amigos. Años juntos. Y todo iba bien. Nunca un virus. En noostros no estaba la corrupciòn informàtica. Estàbamos viviendo el bloqueo del robt de Google, de una manera digna. Si le habìamos hecho frente con dignidad a tantas cosas. Inclusive al silencio.Los internautas hasta aquì habìan sido solidarios lectores.Seguìamos avanzando por la calle, una curva, otra, inmutables.Un llovizna nubosea el paisaje, refresca el aire, incomoda tambièn, el parabrisas hace su trabajo. El asfalto comienza a brillar y el cielo se opaca, nuboso, gris, amenazante para algo màs, pero se queda en sus preàmbulos. Llegamos le digo a mi frìa interlocutora, silenciosa, displicente, indiferente. A mì que me registren, pareciera indicarme sin el menor gesto.No conozco el lugar. Salgo sòlo caminando lloviznando mirando saltando corrriendo asomàndome al sitio probable preguntando màs adelante Los Tucanes se llama el centro comercial y llego.
Las vitrinas siempre entregan alguna informaciòn, me digo. Leo, veo y de pronto entro sin reparar por la prisa un detalle. Una chinita sentada en una escalera comiendo. Otra chinita acude a verme. Tres chinitos cabizbajos hurgando el corazòn de unas Lap Top. Todo se veìa normal. Explique el caso y la chinita menuda, àgil, de razgos suaves, manos delicadas, me dijo: dèjala aquì para revisarla. Le mostrè "la garantìa". Y me fui algo in-tranquilo. Al volver ver la vitrina en su conjunto, ya con calma, observo a la derecha unas piezas de cerdo para ser cortadas, Un hacha sobre una madera, la carne roja. Pienso que me sorprendì.
Me preguntè que instrumentos habràn usado para mi PC.
Me fui con un montòn de ideas extrañas. Cual màs de todas. Competìan entre sì. No las querìas despachar de mi cabeza. Hasta que vi a a un cerdo escribiendo sobre el teclado de mi PC.
A la mañana siguiente me llaman los diligentes tècnicos. Su PC està plagada de virus, su Windows no funciona, etc.etc.etc. Pregunto: ¿Entonces que le hicieron?. Nunca he tenido virus, estaba lenta, repito, pero andaba. Llamo al experto y conocedor del lugar para que se entiendan. Èl hizo la propuesta y ellos dieron la respuesta tècnica. Al final acordaron respetar la garantìa y solucionar el tema. Veremos.
Por eso ando con mis carpetas, algunas, de decenas de papeles, documentos, etxtos de todos los tamaños e intereses. Las carpetas han ido tomando cuerpo, ellas mismas se bautizan de acuerdo con sus contenidos, y dirìa, estado anìmico y un cierto sentimentalismo. Son las Carpetas de la Mesa redonda, ellas pactan su espacio, tiempo, manejo, sus textos, intertextos e importancia en el aquì y ahora. Se turnan y varìan. Nunca estàn estàticas. Se brindan el espacio y el tiempo que pueden.Y todas pertenecen a lo que ocurre en el imaginario real de Limbo City. Tienen esa filosofìa que les concede el aire sobre el aire y bajo los pies, nada.
Son papeles, fragmentos de poemas, notas, textos inconclusos, material de apoyo, dibujos, mucha letra menuda,
Comencè el proceso de desenchufar cable por cable. La subì al automòvil. Pasajero de al lado, no fuera ser que se bajara antes de tiempo, se lanxzara por la ventara, intentara una última maniobra, algùn recurso desesperado para autoolvidarnos. Bajè el vidrio y encendì el aire acondicionado. No fuera a ser que se le tostaran los últimos circuitos y a mi los cables. Avanzamos como dos buenos amigos. Años juntos. Y todo iba bien. Nunca un virus. En noostros no estaba la corrupciòn informàtica. Estàbamos viviendo el bloqueo del robt de Google, de una manera digna. Si le habìamos hecho frente con dignidad a tantas cosas. Inclusive al silencio.Los internautas hasta aquì habìan sido solidarios lectores.Seguìamos avanzando por la calle, una curva, otra, inmutables.Un llovizna nubosea el paisaje, refresca el aire, incomoda tambièn, el parabrisas hace su trabajo. El asfalto comienza a brillar y el cielo se opaca, nuboso, gris, amenazante para algo màs, pero se queda en sus preàmbulos. Llegamos le digo a mi frìa interlocutora, silenciosa, displicente, indiferente. A mì que me registren, pareciera indicarme sin el menor gesto.No conozco el lugar. Salgo sòlo caminando lloviznando mirando saltando corrriendo asomàndome al sitio probable preguntando màs adelante Los Tucanes se llama el centro comercial y llego.
Las vitrinas siempre entregan alguna informaciòn, me digo. Leo, veo y de pronto entro sin reparar por la prisa un detalle. Una chinita sentada en una escalera comiendo. Otra chinita acude a verme. Tres chinitos cabizbajos hurgando el corazòn de unas Lap Top. Todo se veìa normal. Explique el caso y la chinita menuda, àgil, de razgos suaves, manos delicadas, me dijo: dèjala aquì para revisarla. Le mostrè "la garantìa". Y me fui algo in-tranquilo. Al volver ver la vitrina en su conjunto, ya con calma, observo a la derecha unas piezas de cerdo para ser cortadas, Un hacha sobre una madera, la carne roja. Pienso que me sorprendì.
Me preguntè que instrumentos habràn usado para mi PC.
Me fui con un montòn de ideas extrañas. Cual màs de todas. Competìan entre sì. No las querìas despachar de mi cabeza. Hasta que vi a a un cerdo escribiendo sobre el teclado de mi PC.
A la mañana siguiente me llaman los diligentes tècnicos. Su PC està plagada de virus, su Windows no funciona, etc.etc.etc. Pregunto: ¿Entonces que le hicieron?. Nunca he tenido virus, estaba lenta, repito, pero andaba. Llamo al experto y conocedor del lugar para que se entiendan. Èl hizo la propuesta y ellos dieron la respuesta tècnica. Al final acordaron respetar la garantìa y solucionar el tema. Veremos.
Por eso ando con mis carpetas, algunas, de decenas de papeles, documentos, etxtos de todos los tamaños e intereses. Las carpetas han ido tomando cuerpo, ellas mismas se bautizan de acuerdo con sus contenidos, y dirìa, estado anìmico y un cierto sentimentalismo. Son las Carpetas de la Mesa redonda, ellas pactan su espacio, tiempo, manejo, sus textos, intertextos e importancia en el aquì y ahora. Se turnan y varìan. Nunca estàn estàticas. Se brindan el espacio y el tiempo que pueden.Y todas pertenecen a lo que ocurre en el imaginario real de Limbo City. Tienen esa filosofìa que les concede el aire sobre el aire y bajo los pies, nada.
Son papeles, fragmentos de poemas, notas, textos inconclusos, material de apoyo, dibujos, mucha letra menuda,
2 comentarios:
Aùn no conozco tu estilo parece. Me gustaron las carpetas sobre el escritorio, y de ese color maizena jajajaja!!! todo en marcha, revolviendo las palabras hasta que espese...
¡Hola!... Me encanta Limbo City... el ordenador, la Mesa Redonda de las carpetas, los chinos, el cerdo sobre el teclado, el Infierno tecnológico, en fin, lo que a tí te pasa con todo esto... es sólo para poetas... ¡Ja!¡ja!¡ja!
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