martes, septiembre 04, 2012

Y la campana sonó para Hahn

 
Eso sería todo
 
Te estoy haciendo un destino aquí mismo.
Lo estoy dibujando en las alas de un pájaro.
Lo estoy pintando en la pared de mi cuarto.

Ahora el pájaro vuela con furia,
ahora lanza su grito de guerra
y se dispara contra la pared.

Sus plumas están flotando en el espacio.
Sus plumas mojándose en su sangre.

Coge una y te escribe este poema.
Óscar Hahn
  
Y la campana del Premio Nacional de Literatura chileno sonó alta y clara: Óscar Hahn. Un prestigio para la poesía chilena, latinoamericana y de habla castellana. Un premio esperado y merecido. Autor  con un oficio de medio siglo y premios tardíos, pero con  lenguaje y estilo propio. Hahn, un iquiqueño nacionalizado norteamericano, viejo profesor de castellano, poeta a tiempo  completo de la cantera del Siglo de oro español y de algunos vientos dorados de la poesìa chilena, sonetista de lujo, amor y muerte en el poema, la nada y la vida, lo que el lenguaje pone a volar en el cuarto oscuro de la palabra. (Los ùltimos dos premios nacionales de literatura son nacionalizados norteamericanos: Isabel Allende y Hahn)
Hanh es un poeta de los sentidos, escribe con tiza, con alas de pàjaro, con manos mancas, pero hay màs realidad de lo que la realidad se imagina, y tambièn un  tiempo fantàstico para su palabra y el poema. ¿Le ha robado poemas el poeta a la vida?
El poeta es un sobreviviente a su propia parca, materia de poesìa, de viaje, experiencia vital, casi mortal. Una maestra insuperable, veamos:
La muerte es una buena maestra
Oscar Hahn
Levántate y anda al hospital me dijo la voz
Soy el fantasma anterior a tu nacimiento
Aún no es tiempo para el otro fantasma
Tu muerte te afectaría profundamente
Jamás podrías recuperarte de tu muerte
Me pusieron en una camilla y me metieron al quirófano
Al otro lado se ve el infinito qué miedo
Tengo un hoyo en el alma
por el cual se me escapa el cuerpo
El médico me abrió la arteria que pasa por la ingle
y empecé a delirar
Aquí en este mar que llaman el inconsciente
hay unas lianas que se te enredan en el cuello
lianas azules lianas rojas lianas incoloras
que se te meten por la boca y no te dejan respirar
Los otros los que estaban conmigo en el agua frígida
rodeados de pedazos de hielo me dijeron:
Somos todos pasajeros del Titanic
El inconsciente es un árbol lleno de pájaros muertos
que se echan a volar cuando uno menos lo espera
Escucho el ruido de serruchos que cortan tablas
de martillos clavando clavos
Viene del astillero de la muerte y no se oye con los oídos
Somos árboles ambulantes en la vía pública
soñando con ser barcos o aspas de molino
pero no leña en la hoguera
donde las llamas bailan y se ríen y contorsionan
como si estuvieran en una orgía las muy cochinas
striptiseras del cabaret de la muerte
El médico me abrió la arteria que pasa por la ingle
Estuvo mucho rato adentro de mi aorta
sacando la nieve con una pala
El camino hacia el corazón está limpio
y mi sangre empezó a fluir
Entraron mi mujer y mis dos hijos pequeños
y me acariciaron las manos llenas de pinchaduras
Soy inmortal les dije al menos por ahora
y caí profundamente dormido
Desperté adentro de una pintura del Bosco
entre tubos y alambres conectados a máquinas
Pero aquí no hubo ni extracción ni piedra ni locura
Solamente un sujeto perfectamente lúcido
Se me acercó un arcángel y me dijo: Soy Tammy
Era más dorada que el sol y estaba atravesada por la luz
Un ave vuela de las cenizas de mi corazón
un ave roja que palpita y canta
La muerte es una buena maestra
cuando te habla al oído y se retira

Festival de la muerte, del amor, desamor, de la vida , es la poesìa de Hahn. ¿La ruina insuperable de su escritura? Todo el mundo sabe que un poeta es la suma de sus palabras y algo  màs. No hay ruinas sin carcajadas, ni melancolìa sin espanto. El poeta se sorprende asimismo con la mano en la musa y aùn asì, apropiàndose de lo que no pareciera suyo, asume el soneto con mano mora, para una palabra manca.
Soneto Manco
Mi mano acecha: se repliega ufana Juego de hermanas juego de villanas
y salta encima de tu mano: no gritó la madre oliendo el gran secreto
vaya a ser que me pille al fin tu hermana mientras cortaba mis dos manos sanas
con la mano en la musa digo yo

Porque yo me respeto no me arranco
Tu mano ajena me quitó la pena: y aquí estoy escribiendo este soneto
la mano de tu hermana me la dio manco
Oscar Hahn
Desde la rabia de tu hermana buena
qué pesada su mano me cayó
 Se prestigia el Premio Nacional con Hahn, la poesìa chilena vuelve a la cima por mèritos propios y Hahn se ha puesto en lìnea para dos de los premios hispanos mayores, el Reina Sofìa y el Cervantes, al que le adeudan a Ernesto Cardenal.
El Cervantes porque la poesìa de Hahn se desenvuelve dentro de la mayor riqueza del idiomna español, con resurcos de sus clàsicos y chilenismos, mezclados y potenciados de la mejor manera, renovando el lenguaje. ¿Le faltaba este impulso, la bendiciòn del Premio Nacional para ser tomado encuenta? Probablemente, aunque las veleidades de los premios solo la conocen los jurados e intereses editoriales y polìticos. ¿Los poetas son pasajeros del Titanic?, al menos el verso de Hahn asì lo señala y pareciera confirmar. ¿Hay un destino de naufragio casi nerudiano?
 

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