Rayuela, los cuentos y los
Cronopios y Famas de Julio Cortázar reencantaron a la juventud universitaria de mi tiempo con el
mundo mágico de la literatura y escenario cosmopolita que describió
singularmente el escritor argentino. ¿No es suficiente? Cortázar no esperaba tanto y menos seducir a
los jóvenes. Recuerdo las conversaciones de pasillo, en los patios, las
pequeñas tertulias en el viejo Pedagógico de la Universidad de Chile, sobre este
mundo alucinante del autor de El Perseguidor y otros cuentos.
Cortázar visita Chile en los setenta y habla con los
estudiantes del ex Pedagógico y ya era un mito que se nos presentó una mañana primaveral
con la sorprendente magia de su humildad, proximidad y brillantez. La novela repasó la vida y viceversa. Un argentino parisino, argentino-argentino residente en parís con visión latinoamericana nos visitaba y ponía en movimiento nuestra propia escritura. Viaje iniciático para nosotros en el corazón de la cátedra y Rayuela en el centro del debate.
La Maga, Oliveira y Talita ya eran conocidos nuestros, qué más podría pedir un escritor, que sus personajes deambulen de voz en voz, y en las buhardillas de los sueños santiaguinos, aguardábamos a La Maga, porque algún día habría de aparecer.
Cuando una novela logra poner a fantasear a un lector, ha cumplido buena parte de su cometido, porque se ha integrado a la trama, a la vida de los personajes, al circuito que traza el narrador.
Hace 50 años, desde el primer tiraje de Rayuela por Sudamericana, un 28 de junio de 1963, siguen saliendo comentarios absurdos en medio del aplauso de sus lectores.
Eso ocurre cuando algo nuevo irrumpe como una locomotora en un andén desconocido y los pasajeros solo alcanzan a levantar sus pañuelos.
¿Una novela joven para los jóvenes con un mapa que aún recorren sus nuevos lectores? No es poca cosa, diría, ni una casualidad, porque en estos 50 años la novela ha agonizado un par de veces para quienes apuestan contra la palabra.
Mientras existan historias y al cerebro del hombre no le hayan cambiado o introducido un nuevo chips, habrá novela. Es el espejo mágico y doloroso, la aventura, los sueños,
¿Una novela joven para los jóvenes con un mapa que aún recorren sus nuevos lectores? No es poca cosa, diría, ni una casualidad, porque en estos 50 años la novela ha agonizado un par de veces para quienes apuestan contra la palabra.
Mientras existan historias y al cerebro del hombre no le hayan cambiado o introducido un nuevo chips, habrá novela. Es el espejo mágico y doloroso, la aventura, los sueños,
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