¿A quièn hablan estas mudas?
No hay un perro más solitario,
sin luz, ni ojos, sin lengua,
que estas piedras,
sin amos, sin dios.
No sé si realmente son piedras.
Aquí la muerte puso sombras
a un silencio de cosas rotas.
La muy bestia sentó cátedra,
nos volvió a bautizar
sobre estas ruinas,
que algún día
comenzarán a hablar.
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