La casa tiene dos relojes,
uno en la cocina,
su tic tac es silencioso,
no más que el de arena
instalado en el comedor
y que atesora las horas
más lánguidas del día.
En mi muñeca el tiempo
va más de prisa
y controla mi mirada
con su pequeña esfera
autónoma, indomable
como el peso del tiempo.
Rolando Gabrielli©2019
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