Leo el
mar y sus olas,
nada se
mueve más allá,
del mar.
Las estrellas veo brillar,
los ojos del Oráculo en la oscuridad.
De la mano
del viento,
leo el
vuelo de las aves pasar
sin saber que distancias recorrerán.
Leo los
puertos que algún día visitaré,
sus barcos
anclados mirando el mar.
Leo confinado las calles vacías,
los parques
desolados,
los veo a
todos en los balcones
entonar
viejos himnos de alegría y esperanza,
los más jóvenes con sus cabezas impacientes,
¿cuándo volverán a volar esos nidos,?
me pregunto.
Leo la montaña que aún guarda tu silencio.
Los ríos
son mis palabras.
La nieve borra y reescribe la soledad.
Leo las hojas que caen escritas,
en mi patio
este verano
y cubren tu
cuerpo desnudo,
fue una promesa.
El verano se irá pronto.
Leo la
memoria de mis memorias
y no me
olvido del futuro,
ni de una
sola palabra.
Leo la mano
limpia de mi infancia
que me
regresa al principio
de cada una de las cosas
cada mañana al despertar.
Es un día,
es un
tiempo
de luz y
oscuridad.
Volveré a
nacer.
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