martes, junio 21, 2022

Las esquinas del hombre casual

 I

Todo fue a partir del mes de septiembre. El año lo recuerdan casi  todos, de alguna manera está registrado en la memoria. R. Denver salió de su casa antes del mediodía  a comprar pan. Había que hacer fila  en ese entonces. Treinta o cuarenta bajo un sol primaveral y una atmósfera de silencio, desconfianza, que ni un filoso cuchillo se atrevería a cortarla. Densa mañana en los brotes primaverales, nadie decía una palabra, la disciplina del terror. Los noticieros decían lo mismo cada día todos los días. Los compradores de pan contaban con una información oficial y la de sus respectivas vidas suspendidas una violenta primavera. Las filas son  trazos de humanos anónimos en la ciudad, clientes agrupados por sus necesidades, las une un mismo y único objetivo. Había silencio sobre el silencio en ese lugar. Hasta ahí llegaba una realidad aparentemente coherente. Tenía un supuesto principio al inicio y final de la fila. ¿Cuántos éramos se preguntaba Denver ¿Una pregunta ociosa, insignificante para el tamaño de ellos acontecimientos?. El tibio sol parecía cobijarlos a todos, iluminar una inocente escena cotidiana frente a una panadería de la ciudad. Un fragmento más del día, había que dejar pasar la mañana y seguir los acontecimientos menos triviales. Nos iríamos con el pan caliente a nuestras casas. ¿El horno había quemado un país entero.? La mañana, repito como testigo, permanecía tibia, inmóvil, silenciosa. Toda realidad aparenta, a veces, ser una misma realidad.  Denver era de los últimos en la fila. A su izquierda, de pronto un Jeep militar  con un teniente y tres soldados irrumpe sobre la verja de una casa e ingresa al ante jardín. Descienden dos soldados, quizás el teniente, entran a la casa y  arrastran a un hombre desconocido al vehículo y se lo llevan.

La tranquila primavera había despertado abruptamente o desparecido de su propio escenario. Estábamos presenciando una escena de la Segunda Guerra Mundial. Éramos extras de una película que habíamos visto en el cine de nuestro barrio. Parte del decorado, la acción estaba en esa casa que podía ser cualquiera de nuestras casas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy lindo relato, el elemento pan, fila, guerra y luego un giro...ficción, cine...