El
hombrecito, a vuelo de pájaro,-no es una metáfora- mide más de 1.80, musculoso,
en bermudas, bíceps hasta debajo de la almohada, atlético, dicen, camina por el
parque, mira de reojo, y va acunando un chiguagua con todas sus fuerzas .
El parque está en penumbra, unos farolitos oscuros, el crepúsculo va cayendo con la luna en un acuerdo tácito de la naturaleza y este paisaje interior que va creando el día al comienzo de su ocaso.
La ciudad es su propio espejo, repite la escena no solo al día siguiente, sino la multiplica en sus diferentes espacios públicos, pequeños jardines, patios, solares, alrededor de los edificios, conjuntos habitacionales, donde habitan los seres humanos en el siglo XXI.
Basta, a veces, una baldosa para vivir la vida. Cada espacio es un mundo nuevo.
Rolando Gabrielli 2022
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