La muerte no tiene dientes, ni lengua,
pero muerde y habla del más allá,
se instala con tal descaro
y ningún arrepentimiento
que se halaga así misma
en la perfección de su supuesta
maestría y autoridad.
El poeta recomienda ignorarla,
no permitir se acerque un centímetro,
para no sentir su aliento putrefacto,
su mirada insolente, absoluta impunidad.
Rolando Gabrielli2025
No hay comentarios.:
Publicar un comentario