viernes, enero 12, 2007

ASÍ CONOCÍ A LA MISTRAL


Dormida en el sueño final y niña en las rondas de la escuela. Nacimiento y muerte, el origen de todas las cosas. Amo las cosas que nunca tuve, con aquellas que ya no tengo, dice el verso mistraliano. Desgarrada en el frágil cuerpo de su infancia violada, voló en la tierra precoz de sus días en la pubertad comprometida con sus enseñanzas y posterior juventud de juegos florales, la Mistral aún cabalga por sus valles y cordilleras y mares broncos. Déjenla llegar, déjenla partir, déjenla a la Mistral. Es viento su nombre, es polvo cada palabra que la ofendió, supo juntar la memoria de otros pueblos para descifrar el porvenir que aún nos entrega. R.G.

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