martes, marzo 18, 2008

Cortázar, últimas miradas







La mirada de un escritor verdadero no está en sus ojos, sino en alguna de sus páginas escritas. Los libros son su mirada definitiva y Cortázar fue un observador tenaz, comprometido, lúcido, audaz, innovador, paciente, permanente, crítico, original. Ojos que nunca soslayaron la realidad fantástica y real de la vida. Cortázar puso sus dos grandes ojos a mirar la literatura por dentro, la oxigenó y lanzó su gran novela Rayuela en un paracaídas desde un globo de gas que continúa viajando y flotando en nuestra memoria. Un Cronopio de raza inmortal el mismo, saxofonista apasionado, latinoamericano de Banfield, desplazó su increible humanidad física e íntima por la geografía global desde el primer mundo al tercero. Su mirada no agradó a todo el mundo, pero Cortázar, uno de los más grandes escritores del habla castellana, no dejó de hacerlo hasta el final de sus días. Mortalmente herido, minado por la leucemia y recién viudo, decidió aceptar la invitación de su amigo y editor Mario Muchnik, a un solitario molino ubicado en la sierra de Segovia, España.
Allí le esperaban en la estación de Chamartín, su amigo, esposa Nicole, el último verano y cumpleaños de su vida, un agosto del 83, unos cuantos días lejos de París, donde regresaría para no partir más o partir en verdad definitivamente en febrero del 84.
Cargaba la larga y profunda pena de la reciente muerte de su mujer, la canadiense Carol Dunlop, la que cerró la trilogía de sus mujeres amadas y cómplices en su vida. La argentina Aurora Bernárdez, su primera mujer, fue en verdad la Maga en la vida de Cortázar. Le acompaño hasta el final de sus día. La segunda mujer fue la lituana Ugné Karvelis.
Cortázar había llegado a Segovia contento, demoró unos minutos más en la estación porque intercambiaba direcciones con un joven interlocutor y traía su máquina de escribir portátil suiza, una Hermes Baby, para seguir trabajando cada mañana. De ello da cuenta y registra en estos días el diario español El País, que destaca estas últimas fotos de Julio Cortázar en territorio español y de su vida, al parecer, y que se exhiben en el Centro de Arte Moderno de Madrid bajo el título, 'Cortázar por Mario Muchnik'.
El autor de Bestiario, Los Premios, Historia de Cronopios y Famas, se sentía ya en el final del juego, no tenía sus armas secretas para enfrentar a un cuerpo que lo denunció ante su amigo Muchnik: Mario, estoy muy harto de mi cuerpo. Rolando Gabrielli©2008

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