En la boca de un pozo brujo,
entre mil columnas mayas,
yo retraté una diosa
y tu venías descendiendo
de Kukulcán,
como una Serpiente Emplumada,
bajabas de la luz del aire,
del sagrado templo, tu cuerpo,
como un calendario solar brillaba
en el atardecer Maya,
pasos, pasos de tu memoria
de luz y viento. .
CAMINANTE DEL MAYAB
Caminante, caminante
que vas por los caminos
por los viejos caminos del Mayab,
que ves arder la tarde
las alas de Xtacay,
que ves brillar de noche
los ojos del Cocay.
Caminante, caminante
que oyes el canto triste
de la paloma azul
y el grito tembloroso
del pájaro pujuy.
Caminante, caminante
me has de decir si viste
aparecer,
como una nube blanca
que vino y se fue,
y si escuchaste el canto
como voz de mujer.
Caminante, caminante
también en mi camino
la nube blanca vi,
también escuché el canto,
pobrecito de mí.
Caminante, caminante
que vas por los caminos
por los viejos caminos del Mayab,
que ves arder la tarde
las alas de Xtacay,
que ves brillar de noche
los ojos del Cocay.
Caminante, caminante
que oyes el canto triste
de la paloma azul
y el grito tembloroso
del pájaro pujuy.
Caminante, caminante
me has de decir si viste
aparecer,
como una nube blanca
que vino y se fue,
y si escuchaste el canto
como voz de mujer.
Caminante, caminante
también en mi camino
la nube blanca vi,
también escuché el canto,
pobrecito de mí.
En Chichén Itzá se juntò la magia del pasado maya con la deslumbrante e intrigante modernidad del siglo XXI, un tiempo y época que sobrepasan su propia expectativa. El tenor español Plácido Domingo fue recibido en el aeropuerto internacional de Chichén Itzá con el himno de esa región, Caminante del Mayab, para iniciar más tarde su esperado concierto de Las Mil Columnas, a los pies del Kukulkán, templo sagrado donde los mayas veneraban a sus dioses. Más de 4 mil personas se dieron cita en el corazón de las ruinas arqueológicas milenarias en Chichén Itzá para disfrutar de la presentación del tenor que había esperado desde 1997 actuar en ese escenario. Fue el desaparecido Luciano Pavarotti quien subió al escenario en esa oportunidad: Chichén Itzá comenzaba a escuchar Òpera, un tiempo que la memoria recorría.
La fiesta no sólo fue de Plácido Domingo, quien brindo un magistral concierto, sino también de sus acompañantes, como la soprano puertorriqueña Ana María Martínez, el cantante mexicano Armando Manzanero, la Orquesta Sinfónica de Yucatán y varios coros de niños que entonaron letras en lengua maya. Plácido Domingo interpretó rancheras mexicanas, arias y romanzas de zarzuela -"De España vengo", "Mis horas felices", "En mi tierra extremeña", "Amor de mi vida", "Las carceleras" y "No puede ser". Plácido se vistió de charro y con Armando Manzanero al piano, interpretó piezas mexicanas: "Ella", de José Alfredo Jiménez, "El Rey", "Te quiero, dijiste", y "Paloma querida".
Manzanero es de Yucatán y además de sus canciones tradicionales Somos novio y Esta tarde vi llover, cantò a duo con el tenor, Mía y Adoro, quien fue ovacionado junto a Plácido Domingo, quien pidió le acompañara al centro del escenario.
Patrimonio de la humanidad y una de las nuevas maravillas del mundo, Chichén Itzá es tierra maya, no porque hayan estado en primera fila Brad Pitt y Angelina Jolie en este concierto, será más famosa o eterna. Chaac Mool, dios de la lluvia, saludò con un aguacero a los visitantes antes del concierto y les pidó seguramente que meditaran, porque entraban a tierras sagradas, pero cerró la llave para que el evento se realizara en paz , armonía y alegría, como deben ser las fiestas aunque hayan pasado mil años.
Mia
Mía,
Mía,
aunque tú vayas por otro camino
aunque jamás nos ayude el destino,
nunca te olvides sigues siendo mía.
Mía,
Mía,
aunque con otro contemples la noche
y de alegría hagas un derroche,
nunca te olvides sigues siendo mía
Mía,
Mía,
porque jamás dejarás de nombrarme
y cuando duermas,
habrás de soñarme
hasta tú misma dirás que eres mía.
Mía
Mía
,aunque te liguen mañana otros lazos,
no habrá quién sepa llorar en tus brazos,
nunca te olvides sigues siendo mía.
Sí, siempre mía. (Armando Manzanero)
Sí, siempre mía. (Armando Manzanero)
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