viernes, enero 21, 2011

Papeles que vuelan/desde el Sótano kafkiano

En el acomodo de las luces y sombras, el Sótano es la expresión del eco de los pasos que el día acumula para vaciarse en la noche. El mundo y las cosas tienen su propia definiciòn, un espacio para cada  quien. No es la filosofía precisamente la que recrea el lugar, ni las palabras de ocasión, sino màs bien el murmullo de las conversaciones cotidianas. Es muy simple lo que sucede y se evapora como una canciòn de moda. Es tan volátil todo, como esos papeles que volaron de tus manos y te pertenecían absolutamente. Los papeles contienen esa verdad, como los poemas, son tangibles, tienen cuerpo, físicamente pueden desplazarse màs allà de las palabras. Fuera de los documentos oficiales, los papeles van desapareciendo y no es que no salgan de los árboles, sino se les arrincona, condena, sepulta. ¿Los papeles morirán de pie, como los àrboles? La noche del Sótano es para absorver todo lo que el día no recicló en su debido momento. Es el cedazo perfecto de la oscuridad y me inclino ante su luz titilante. Mi maestro Kafka està aquì esta noche y coincide con estos pasos silenciosos que la palabra otorga a una nueva  jornada de la escritura. Hundir la memoria  hasta donde sea posible y dar con el reverso de la página. Asistir al revès de lo derecho y dejar que la sombra se oculte, para que vuelva mansa, tibia y te abrace. ¿Una sombra de nieve es blanca? Sobre la cabeza del Sótano, arriba, deben estar ocurriendo màs cosas, como en el mundo. El pesado  tráfico ordinario vehicular marca las pautas a  la lentitud de los desplazamientos nocturnos, a una noche que no termina de hacerse. El neòn oscuro brilla por tu ausencia. ¿En la superficie se está màs cerca del cielo? Sólo es una pregunta. La rueda de la tierra sigue girando y  algunos adolescentes viejos dictadores como Baby Doc, vuelven al sitio del crimen a poner la cereza a la calavera de la muerte. Mientras Haití se hunde un poco màs cada día en la desesperación y en el olvido internacional, el último de la dinastía de los sàtrapas haitianos, que se asiló en Francia despuès de despojar de unos 800 millones de dólares al màs pobre de los empobrecidos pueblos del mundo, arribó a Puerto Príncipe a "ayudar" a los habitantes  de una isla aislada, rota, cuya población mayoritaria sobrevive en un paisaje desolado. Es un pueblo  azotado por el cólera, que al independizarse de  Francia, el primero de América, tuvo que montar en cólera. Un día suma otro día. Seguiràn sucediendo cosas. Un díario resiste las 24 horas. La vida va un poco más lejos cuando dejas de ser una larva insignificante.

No hay comentarios.: