El lenguaje es una piel. Yo
froto mi lenguaje contra el otro. Mi lenguaje tiembla de deseo”. Roland Barthes
Fuiste el deseo, la pluma y
el aire,
el espacio y la noche
reunidos
en una luz fosforescente de
dos cuerpos
ocultos en llamas que se aman
sin verse,
que se tocan sin saber que la piel
es un envase único, irrepetible, personal,
que fricciona su propio
lenguaje y comunica
que los cuerpos son uno,
inidentificables.
El deseo es la palabra
maestra
entrando en la página en
blanco,
temblando insegura hasta
reafirmarse,
una y otra vez en el cuerpo
que habita
a sabiendas que no es el
propio
y que encontrará la ansiada
puerta,
el camino angosto de las verdaderas palabras.
Nunca habrá una verdad que
supere a otra.
Rolando Gabrielli©2018
Chile 1 de noviembre 2018
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