sigue encendida.
¿Poeta de infinitos amperes
o de unas cuantas bujías?
Se sigue viviendo,
lo dijo Neruda,
y todos somos parrianos
como nerudianos, huidobrianos,
mistralianos, rokianos, rojianos,
lineanos, teillerianos.
Hágase el verso y la luz se hizo,
Parra no deja descansar
a los dioses en su Olimpo.
Sobre sus cenizas
se construirá la nueva poesia.
Parra dedica sus mejores epitafios
a sus pares, adorados, inmortales enemigos,
las uvas que el verano
consagra a los dioses.
La poesía no reconoce flores
en su entierro.
El poema respira
si es libre, el aire
que la página en blanco
le concede,
al lector.
Rolando Gabrielli ©2006
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