Valparaìso es un abismo
y sus cerros crecen,
quebrados, cojos, casi ciegos,
hacia un destino incierto.
hacia un destino incierto.
Ascienden los ascensores,
el pueblo en andas y con sus muñones
improvisa sus construcciones disparatadas.
El puerto se cae a pedazos
y a pedazos lo levanta su gente,
con sus colores,
maderas, hierros,
la cara torturada de
Chile,
los muros reviven con sus consignas,
las viejas eternas luchas del puerto.
Rolando Gabrielli©2020
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