lunes, abril 06, 2009

Las llaves secretas de la Mistral





¿Gabriela Mistral se reservò el derecho que la admiraran o respetaran màs despuès de su muerte? ¿O se reservò el derecho de volver a nacer? A 120 años de su nacimiento, la Mistral sigue màs viva que nunca y tal vez esa no fue su intenciòn, porque Chile paga con rupias, maravedìes, a sus escritores. Un mito que no termina de conformarse y se confirma cada día. Del polvo nacen las estrellas y ella quiso que la dejaràn como el polvo en el camino en su valle amado, donde el cielo es màs claro que cualquier cristal.
Su poesìa y vida nunca fueron un libro abierto. Publicò con avaricia, corregìa sus libros ya impresos cuando los obsequiaba. Nunca estuvo satisfecha y su potente caligrafìa da cuenta de ello. ¿Se mistraleaba en el poema? La poesìa es vida, repito hasta la saciedad lo ya dicho y la Gabriela no escapaba de sus muertos màs pròximos, geografía, cordillera, sus rìos profundos
dentro de sus venas, con las ramificaciones que le trazaron los vaivenes de su tiempo.
A 120 años de su nacimiento, natalicio dicen los biògrafos tenaces, sigue viva como el valle que la acunò durante toda su vida, ese que la rodeò con sus cerros en la infancia. Nunca saliò definitivamente de allì y volvìa en sueños tìpicamente mistralianos, con su memoria de vieja bíblica.
Arrastraba como un gran Buda femenino sus afectos y desafectos, contradiccìones, humores, desencanto, luchas, enfundada en sus traje sastres cerrados de maestra sin tiempo ni gloria, y la atrevesaba la Amèrica india, que puede resultar un lugar comùn, pero a ella no sòlo le calzaba como anillo al dedo, sino que era una postura natural, ètica, social, cultural, propia de una humanista visionaria, adelantada a su tiempo. Màs allà de las rondas infantiles, de su vocaciòn por la niñez, maternidad universal sin hijos propios, otra Mistral luchaba en el corazòn de Amèrica y dentro de su propia visiòn poètica marcada por la austeridad, rigor, su hermètico y complejo universo de caliz y espadas.
Con sòlo cuatro libritos conquistò el Premio Nobel en 1945, amèn de una trayectoria diplomàtica, filosa prosa social, conferencias y viajes por la geografìa de nuestra Amèrica, la otra Amèrica y Europa.
Siguiò siendo admirada, humillada, olvidada, la pieza oscura de la poesìa chilena. Lihn, autor de ese libro, dijo en un verso sublime: Diràn que està en la gloria. Fue bautizada con tan malos tìtulos, de Gabriela pùblica y privada; Una mujer nada de tonta; etc. y no valen porque no reflejan ni un centìmetro de la clara oscuridad de su lenguaje. Fue autora en verdad de un sòlo libro inconcluso, como su vida, que partìa de un nacimiento interminable y se hacìa y rehacìa por el mundo. No entendieron sus detrcatores ni el màs leve vuelo a ras de tierra de esta discìpula de la palabra, mujer de compromisos, dura y tierna como describiera su poesìa Paul Valèry.
Han pasado 120 años y su poesìa late màs viva que nunca- Gabriela nos hace un guiño para que comprendamos su presencia Americana, profundamente chilena, universal, sin duda, carente de falsas fronteras, vital en sus raices. La vitalidad de su palabra sorprende a moros y cristianos. En vida incomodò a toda suerte de oficialismo y a la pesudo crìtica que la fustigò permanente y àcidamente. Nunca la entendieron ni descifraron sus Sonetos a la Muerte, y menos su original, enigmàtica, trascendente obra.
Todos, al menos mi generaciòn, somos algo mistralianos en Chile, educados con los Piececitos de Niño, la visiòn tutelar de la Cordillera de Los Andes, Las Reinas de Lucila, la visiòn de la maestra errante que partiò de Chile dejando su sombra en medio de la crìtica pueril que cocina todo en un mismo sartèn
Mujer de profunda espiritualidad, la llevò a buscar un "Dios terreno", y de paso superò esa religiosidad que se le atribuye constantemente, porque maneja una suerte de religiòn alternativa. Mujer de ideas, màs que de cabellos largos, pionera, adelantada, polèmica, una Gabriela sin pelos en la lengua, es lo que vimos entre lìneas, las que podìamos reconocer en las lecturas de sus mùltiples mensajes. Poesìa de profundo pozo. Seguramente ella veìa en el reflejo de la oscuridad, su rostro màs allà del poema y aguardaba la llama encendida temblar.
Dice en su libro Lagar: La bailarina ahora està danzando/la danza del perder cuanto tenìa./Deja caer todo lo que ella había/padres y hermanos, huertos y campiñas./el rumor de su rìo, los caminos/el cuento de su hogar/su propio rostro/y su nombre, los juegos de la infancia/como quien deja todo lo que tuvo/caer de cuello, de seno y de alma.
Es ella sin nada, quien amò las cosas que nunca tuvo, con aquellas que ya no tengo.
Rolando Gabrielli©2009

1 comentario:

Anónimo dijo...

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Saludos