En la soledad de mi casa, que naufraga a orillas de la selva,
el trópico, su flora y fauna, son mis guías cuando la Tierra
pareciera perder oxígeno y vigencia para los seres humanos,
que más que habitarla, sueñan con in amanecer
en Marte o algún otro planeta
que tenga una posibilidad de sobre vivencia o un paisaje
semejante quizás al mejor recuerdo vivido en la Tierra.
Desde mi pequeña casa visitada por ocasionales agutíes,
bandadas de pájaros que viven volando alrededor del viento
y de sus nidos que son el futuro de su especie,
me detengo a observar el cielo inmutable con sus estrellas
detrás de las lluvias torrenciales que dejan espacio para pequeños
actos solitarios en la oscuridad de la noche que pone un
poco
de calma a estos días agitados que dan vuelta el mundo.
El tiempo-me digo- nos atravesará algún día la vida a todos.
¿Qué habrá al otro lado de lo desconocido?,
siempre surge esa pregunta en alguna hora del tiempo
y de la vida, que puedes ser tú o algún desconocido.
En las horas muertas que dispone el atardecer en nuestras
vidas,
sigo el recorrido curioso, veloz y artístico de una ardilla
que comparte conmigo el ocio y la calma que nos brinda el paisaje,
que sigo disfrutando más allá de los viajes espaciales
y las muestras que nos traen los astronautas y cosmonautas
de sitios que jamás alcanzaremos a poner un pie,
como si fueran nuestra nueva Tierra.
Rolando Gabrielli2023
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