Si el viejo Walt Whitman viviera
con sus ojos de mariposa y sueños,
su barba empalabrada en Brooklyn volarìa
refundando la patria sin odio como en un principio
fue su verbo para todos iguales sin fronteras,
con su energìa elemental
Grande el corazòn de este Walt, nada le pertenecìa
sòlo su acciòn en Walt Street Whitman,
ni los riñones o la sangre de la frontera,
ni de nadie es nadie,
un rìo caudaloso por las venas,
el aire de los pulmones personales
abrièndose paso para regresar cinco mil años despuès,
que no sea tarde que es tarde en la tarde de los ayeres.
Si Allen Ginsberg viviera como vive en San Francisco,
con sus hermanos de la Amèrica jodida droga vulnerada,
boca abajo la espina dorsal fracturada de horror y humo,
que aullidos no aullarìa el esplèndido aullador,
morirìa de la risa frente al W.C. de J.D. Salinger,
y con la matemàtica elemental sacarìa las cuentas,
cuanta mierda ha pasado bajo los puentes de Amèrica.
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