lunes, marzo 05, 2012

Palabras de vieja madera



Sobre esta vieja madera de cholguán prensada y vencida por el uso, he trabajado miles de días mi poesía y literatura. Alguna vez  describí mi escritorio y fue para que la Musa comprendiera mis desafíos. Es una página perdida en la memoria, tal vez. Hoy, la madera de sueños y noches insomnes, clausuró su ciclo, porque el tiempo se perdona solo asimismo. Una vieja PC, con ataques cardiacos, pero fiel a una novela, varios poemarios, ensayos, cuentos,  una envidiable correspondencia, miles de textos, me había dejado hace un tiempo al partir, su viejo corazón llamado eufemísticamente Disco Duro, recuperado en los descuentos finales. Con sus dos cantos de neón azul, el hardware iluminaba la noche de mis pobres y oscuras palabras, estos años de alguna alegría.Dos columnas verticales iluminadas sobre la persistebnte oscuridad y un teclado fiel a todos los abecedarios posibles.
 Instrumentos de la palabra, objetos, cosas, mucho màs diría, compañeros de viaje inalterables en su compromiso. Con este viejo motor, ya superado por la tecnología, dialogué de Norte a Sur, Este y Oeste, desde el centro de las Américas, con mi poesía, escritura, palabra. Una manera de ordenar y desordenar los sentidos, juntar las vocales, armar un abecedario propio y compartirlo. Sin las lecturas, los libros, la pequeña biblioteca que ha vencido las geografías, salvada de la dictadura y mudanzas, no sería posible  construir nuevos sueños y agitar antiguos fantasmas. Se mezcla el papel y el mundo digital, las pequeñas libretas y la PC, la tinta no muere, ni la tipografía del libro desaparece, ni  las hojas sueltas dejan de ser útiles. Otros son más modernos, quizás. Utilizan màs recursos. Pertenecen a la era del cambio per se, a la combinación eufórica de la velocidad digital  con un aquí y ahora, simplemente banal. No dejes ir la presa, que es mejor gastar los dientes que pensar en el mañana. El lugar es el no lugar.
¿La palabra se sostiene  así misma? He divagado sobre la página en blanco, el ordenador  vacío y sobre estas tablas que cargué con mi hija  Paulina por última vez, como en una procesiòn donde nos redimíamos mutuamente. Es como asistir a un naufragio inevitable y compartido. La historia de las palabras tiene su propia historia y uno la va moldeando cada día como si formara parte de un mismo árbol. El náufrago solo quiere alcanzar un pedazo de tierra y la escritura nos entrega unas pocas averiguaciones que pudieran llegar a ser certezas. Màs allà de la salvación, la tabla, que puede ser náufraga de sí misma, un apéndice de su salvación.
Desde este mismo lugar, colaboré intensamente con  portales de Suecia, San Francisco, Estados Unidos, Canadá, Chile (GranValparaíso), Argentina, Perú, hasta el inicio de mi propio  espacio, un Blog que ya cuenta con 2171 entregas desde el 28 de octubre del 2005. Son 76 meses redondos y algunos días cuadrados.  Màs o menos 24 mil 547 días ininterrumpidamente. El tiempo no es un detalle, se deja medir y sentir. No admite una cinta, porque no juega a las cortas distancias, casi accidentes contenidos en un reloj de arena.
Un espacio que ha privilegiado la poesía y la literatura, sin mayores concesiones. Un Blog que tiene un aviso de Stop: ingrese bajo sus  propios riesgos. Una censura absurda y poco elegante. Tiempos donde la libertad de expresiòn debe observarse desde distintos espejos y el reflejo nunca será el mismo. La palabra se siguió multiplicando en Venezuela, España, México ocasionalmente y vaya a saber uno donde màs.
La poesía necesita de un estado de ánimo y un oído profundamente humilde para escuchar a la Musa, aunque sea su silencio. Quizás es cuando màs produce poesía. Pero en las ciudades modernas, cosmopolitas, se anda ligero, distraído y no precisamente por las palabras, sino por los síntomas de un época en que todo es inmediatez y olvido. Nadie habla de poesía en los chats, ni los avisos de neòn son muy poéticos o la publicidad que no deja ver la ciudad. No hay casi espacio  para la reflexión en el día a día y el Blog asume ese papel de monólogo, al cual se suman algunos lectores ávidos de superar  la mediocridad, y esa superdosis de banalidad que corroe todos los àmbitos y esferas humanas.
Este es un trabajo solitario  de un corredor de fondo. La sombra de tus pies solo sigue el rumbo de tu carrera. No hay línea recta en esta prueba. Nadie te avisa cuando estás cerca del abismo, ni te lanzará una soga si bajaste antes de tiempo la arenosa montaña del tiempo. Las palabras tienen su propio peso, forma y dimensiòn. Se deslizan, atascan, aparecen y desaparecen, irregulares como piedras en el camino. Tenaces, unas, se  aferran a la tierra, no buscan o carecen de rumbo, permanecen sin brillo aparente, no tiene prisa y solo ella sabe si algún sueño la contiene. La poesía las necesita a todas, sabe que algún brillo y contenido esconden. Bajo toda superficie se refugia un iceberg. El país de la libertad está en las palabras.
Oh, poesía,
a qué tablas te aferras,
con qué clavos ardientes
sostienes tus palabras.
No hay salvación,
el poema es una estación
 modesta, apenas,
en el poema.


4 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno, un homenaje al oficio del escritor, muy sentido!!!!

Anónimo dijo...

Que bueno tenès ese pulso de lo inquietante, de la escritura.

Anónimo dijo...

Bellìsmo

Anónimo dijo...

Una dosis de poesìa desordena el principio de realidad. Abrazossss Poeta !!!!!!!!!!!!!